viernes, 30 de agosto de 2013

Frase

Te lo contaré, pero no lo comprenderás. Tú estás del otro lado del cristal oscuro. Sólo los muertos saben lo terrible que es estar vivo.
Lestat
El Ladrón de Cuerpos de Anne Rice

martes, 27 de agosto de 2013

La Huésped

Hola, ¿Como están?
Perdón por haber desaparecido, estaba con parciales y no tenía tiempo para escribir. 
Además estaba leyendo un libro que me atrapo tanto que me lo leí en menos de dos semanas (y no es nada corto). Hoy escribo para recomendar "La Huésped" de Stephanie Meyer.
Para aclarar: NO LEI EL LIBRO POR LA PELÍCULA. Me propuse leerlo cuando termine Crepúsculo y nunca lo hize hasta que vi que habian hecho la película y me animé.
Por suerte no lo leí antes porque si no no lo hubiera entendido. No es que tenga nada raro sino que para entender por lo que pasan los personajes hay que tener un cierto nivel de, no se...¿madurez? 
Seguro se están mareando porque ni siquiera explique de que se trata. Resulta que los alienígenas invadieron nuestro planeta, aunque no somos los primeros en ser colonizados. Tienen una forma efectiva de controlar a los nativos: son almas. Entran a su huésped viven los años de vida que tenga y luego cambian a otro. Sin embargo, algunos humanos lograron escapar. Melany Stryder era una de esos humanos pero la atraparon. Sin embargo va a seguir luchando contra Wanda o Wanderer, el alma que está ocupando su cuerpo, para salvar a su hermano y al amor de su vida y, si que le va a dar unos cuantos problemas...
Bueno se me hizo largo el resumen pero por suerte no dije nada más de la cuenta. Ahora solo me queda ver la película para poder criticar a los directores por no visualizar lo mismo que yo en este blog :)
Nos vemos en los comentarios o en la próxima entrada.

lunes, 19 de agosto de 2013

Fragmento

 Durante muchos días consecutivos pasaron por la ciudad restos del ejército derrotado. Más que tropas regulares, parecían hordas en dispersión. Los soldados llevaban las barbas crecidas y sucias, los uniformes hechos jirones, y llegaban con apariencia de cansancio, sin bandera, sin disciplina. Todos parecían abrumados y derrengados, incapaces de concebir una idea o de tomar una resolución; andaban sólo por costumbre y caían muertos de fatiga en cuanto se paraban. Los más eran movilizados, hombres pacíficos, muchos de los cuales no hicieron otra cosa en el mundo que disfrutar de sus rentas, y los abrumaba el peso del fusil; otros eran jóvenes voluntarios impresionables, prontos al terror y al entusiasmo, dispuestos fácilmente a huir o acometer; y mezclados con ellos iban algunos veteranos aguerridos, restos de una división destrozada en un terrible combate; artilleros de uniforme oscuro, alineados con reclutas de varias procedencias, entre los cuales aparecía el brillante casco de algún dragón tardo en el andar, que seguía difícilmente la marcha ligera de los infantes.
Compañías de francotiradores, bautizados con epítetos heroicos: Los Vengadores de la Derrota, Los Ciudadanos de la Tumba, Los Compañeros de la Muerte, aparecían a su vez con aspecto de facinerosos, capitaneados por antiguos almacenistas de paños o de cereales, convertidos en jefes gracias a su dinero -cuando no al tamaño de las guías de sus bigotes-, cargados de armas, de abrigos y de galones, que hablaban con voz campanuda, proyectaban planes de campaña y pretendían ser los únicos cimientos, el único sostén de Francia agonizante, cuyo peso moral gravitaba por entero sobre sus hombros de fanfarrones, a la vez que se mostraban temerosos de sus mismos soldados, gentes del bronce, muchos de ellos valientes, y también forajidos y truhanes.
Por entonces se dijo que los prusianos iban a entrar en Ruán.
La Guardia Nacional, que desde dos meses atrás practicaba con gran lujo de precauciones prudentes reconocimientos en los bosques vecinos, fusilando a veces a sus propios centinelas y aprestándose al combate cuando un conejo hacía crujir la hojarasca, se retiró a sus hogares. Las armas, los uniformes, todos los mortíferos arreos que hasta entonces derramaron el terror sobre las carreteras nacionales, entre leguas a la redonda, desaparecieron de repente. 
Bola de sebo de Guy de Maupassant