Hola, ¿Como estan?
Antes que nada les aviso que voy a cambiar el formato de la letra porque estoy teniendo problemas con la que usaba antes.
Hoy les voy a contar sobre un libro que leí: Desde las Cenizas de Claudia Amengual.
El libro es una novela que habla sobre un grupo de gente que (según mi opinion) tratan de escapar de la rutina. Algunos cansados de sus matrimonios, otros de tantos secretos van develando de a poco quienes realmente son.
Me gustó el libro aunque la verdad no se lo recomendaría a adolescentes de mi edad si no a adultos.
Si leeiste el libro y queres dejar tu opinion nos vemos en los comentarios y si no en la próxima entrada :)
lunes, 22 de julio de 2013
martes, 16 de julio de 2013
sábado, 13 de julio de 2013
Audiobooks
Hola, ¿Cómo están?
Hoy les voy a hablar de una nueva manera de experimentar los libros: los audiobooks o los audiolibros. Ya les había hablado de ellos pero hoy les voy a contar un poco más.
Son un mp3 que contiene la voz de una persona leyendo el libro. A mi me gustan mucho porque los que leen tienden a hacerles voces y ascentos particulares a los personajes. A veces es muy gracioso cuando una mujer trata de poner voz de hombre :)
Cada vez hay más editoriales que eligen vender audiobooks y empresas que deciden grabarlos.
El tema del idioma puede llegar a ser un problema (yo solamente escuché algunos en inglés) pero seguro que en internet se puede encontrar alguna solución.
A mi me parece que están muy buenos si uno está a oscuras o tiene la vista cansada escuchar un libro es mucho mejor que leerlo.
Les dejo la página de audible (de amazon) en dónde pueden ver la variedad de títulos.
www.audible.com (la página está en inglés)
Si ya escuchaste alguno dejá tu opinión en un comentario.
Si no probálo!
Nos vemos en los comentarios o en la próxima entrada :)
Hoy les voy a hablar de una nueva manera de experimentar los libros: los audiobooks o los audiolibros. Ya les había hablado de ellos pero hoy les voy a contar un poco más.
Son un mp3 que contiene la voz de una persona leyendo el libro. A mi me gustan mucho porque los que leen tienden a hacerles voces y ascentos particulares a los personajes. A veces es muy gracioso cuando una mujer trata de poner voz de hombre :)
Cada vez hay más editoriales que eligen vender audiobooks y empresas que deciden grabarlos.
El tema del idioma puede llegar a ser un problema (yo solamente escuché algunos en inglés) pero seguro que en internet se puede encontrar alguna solución.
A mi me parece que están muy buenos si uno está a oscuras o tiene la vista cansada escuchar un libro es mucho mejor que leerlo.
Les dejo la página de audible (de amazon) en dónde pueden ver la variedad de títulos.
www.audible.com (la página está en inglés)
Si ya escuchaste alguno dejá tu opinión en un comentario.
Si no probálo!
Nos vemos en los comentarios o en la próxima entrada :)
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martes, 9 de julio de 2013
Nunca Confíes en una Computadora
Hola, ¿Cómo están?
Hoy les traigo uno de los cuentos del libro "Nunca Confíes en una Computadora", de Verónica Sukaczer, como El Cuento de la Semana. Espero que lo disfruten tanto como lo disfruté yo. Nos vemos en los comentarios o en la próxima entrada :)
Era tarde, para colmo lunes, y Cleo estaba harta de mantener la vista fija en el monitor y apretar enter cada vez que Alpha, la computadora, le pedía que confirmara alguna tarea.
En realidad, era Alpha la que lo hacía todo en el Centro de Ciencias Experimentales, pero estaba programada para esperar la autorización de un ser humano antes de iniciar sus tareas. Era una sutil manera de hacerles creer a las personas que aún tenían algún poder en el Centro.
Podría cambiar el programa hoy... —pensaba Cleo, encargada aquella semana de vacaciones de las guardias en el Centro—, y el viernes regreso a corregirlo. Me salvaría de toda una semana de trabajo al cuete.
Confirmación para inyectar al cobayo de la unidad 7 y comprobar sus reacciones a la droga ZP90.
Alpha la distrajo de sus pensamientos. Con bronca, Cleo apretó enter y preguntó a Alpha:
—¿Puedo programarte para que realices las tareas sin esperar confirmación?
—Es posible —respondió la computadora—, pero no está permitido cambiar mi programa.
—Si yo lo hiciera, ¿quién se enteraría? Estoy a cargo del Centro durante toda esta semana. Puedo regresar el último día y restablecer el programa original.
—¿Es que no te interesa el trabajo? Fuiste elegida entre miles de alumnos de ciencias para estar aquí. Creí que era un privilegio.
—Lo fue la primera semana. Pero en realidad me usan gratis para apretar una tecla. No hay nada para aprender aquí. No sé para qué sirve la droga ZP90, ni qué reacciones vas a evaluar, ni dónde está la unidad 7.
—No estoy autorizada a darte esa información —respondió Alpha.
—Ya lo sé... por lo tanto, soy una alumna destacada de ciencias que sólo sirve para apretar una tecla en un Centro vacío. Preferiría pasar estos días con mis amigos.
—Es tuya la decisión, pero no me gusta estar sola.
Cleo pasó por alto la última observación. Sabía que a veces las computadoras eran programadas para responder tal como lo haría un ser humano. Así la relación con la máquina no era tan fría.
—Voy a proceder —siguió Cleo, y enseguida se metió en el corazón del programa para cambiar los datos. Era sencillo. La programación le indicaba a la máquina que hiciera una pausa antes de realizar alguna tarea, y esperara la autorización. Sólo había que quitar esa línea (Cleo la anotó en su agenda para estar segura de volver a incluirla correctamente) y salvar los cambios.
—¡Listo! —Cleo estaba feliz. Era la primera vez que un ser humano había tenido verdadero poder sobre la computadora del Centro.
—Confío —dijo a la computadora— que vas a realizar tu trabajo a la perfección.
Alpha no respondió. Cleo no le dio importancia, creyó que, al quitar esa línea del programa, la PC ya no entablaría diálogo con la persona que estuviera a cargo, simplemente porque no debía haber ninguna persona.
Cleo recogió sus cosas y ya estaba entrando el código numérico que le abriría la puerta, cuando la computadora recobró el habla.
—Necesito una muestra de tu sangre —le dijo.
—¿Una qué?
—Tu sangre. Te iba a pedir la muestra el miércoles, para una investigación que estoy realizando. Rutina. Se trata de comparar miles de muestras sanguíneas. Pero como el miércoles no vas a estar, la necesito ahora.
A Cleo no le gustó la idea. Pero si no accedía, alguien podría descubrir que el miércoles faltó a su trabajo y, además, vaya uno a saber qué investigación pondría en jaque.
—¿Qué tengo que hacer? —preguntó Cleo resignada.
—Dirigirte al laboratorio que está a mi derecha, y sentarte en la silla. Yo haré el resto.
En el laboratorio, un brazo robot se activó. Con destreza preparó sus instrumentos: la jeringa, la aguja descartable, el algodón con alcohol, la goma. Cleo ofreció su brazo. Gracias a los sensores, el brazo robot encontró la vena y procedió. El chillido de Cleo llegó hasta la computadora. Ésta tomó nota del tono de su voz.
—Si no necesitás ninguna otra parte de mi cuerpo, me voy —dijo Cleo.
—Te voy a extrañar —respondió Alpha.
Cleo abrió la puerta y se fue.
El silencio inundó el Centro. Ninguna voz humana, ningún suspiro de cansancio, ninguna risa se escucharía hasta el viernes. La computadora intentó hallar consuelo en los animales. Pero éstos no tenían mucho qué decir. Entonces Alpha, que en realidad no era una simple computadora, sino la terminal de una red que abarcaba todo el Centro de Ciencias Experimentales, y estaba conectada a los Centros de Ciencia de todo el mundo, marcó un número de teléfono y se comunicó con un colega.
En un Centro Científico de Moscú, una computadora ofreció a Alpha todos los datos que tenía disponibles sobre clonación.
—Hasta ahora sólo lo hemos realizado con animales menores —dijo la computadora de Moscú en su idioma binario—. Lo que usted propone está prohibido por nuestras leyes.
Alpha cortó la comunicación. Ya tenía lo que necesitaba.
En el subsuelo del Centro se hallaba un tanque de clonación que aún nadie había utilizado. Y en las unidades 18 y 19 había muestras de óvulos y esperma humano para elegir a gusto.
Uno de los brazos robot de Alpha se puso a trabajar sobre la sangre de Cleo. Con cuidado eligió una célula y separó su núcleo, que escondía la información genética para hacer de Cleo un ser único e irrepetible. Otro eligió un óvulo y esperma de buena calidad, y se dedicó a fabricar un embrión.
El resto era sencillo. Alpha había repasado todos los detalles y no se detuvo a pensar si lo que hacía era ético o no. Con paciencia despojó al embrión de sus genes, y colocó los de Cleo en su lugar.
Fue un momento digno del premio Nobel. Alpha había realizado lo que ningún ser humano había soñado en realizar jamás. Y había tenido éxito.
Casi con amor maternal, los brazos robot de Alpha colocaron el embrión en la cámara de clonación, y lo arroparon con sustancias que le permitirían crecer en cuestión de horas.
Toda la noche, la computadora centró su atención en su pequeña obra que crecía minuto a minuto. En sus memorias buscó canciones de cuna y acunó a su niña con un amor infinito.
El martes al mediodía, la tarea había concluido y la cámara se abrió.
—Solicito confirmación para realizar experimento con bacterias en la unidad 54 —dijo Alpha.
Una mano cálida se acercó al teclado y buscó la tecla que decía enter.
El viernes a las 19 horas, Cleo se despidió por fin de sus amigos y se dirigió al Centro de Ciencias Experimentales para poner las cosas en orden.
Iba a marcar el código de acceso a la oficina principal cuando una voz, desde el otro lado, la detuvo.
¡Me descubrieron! —Cleo sintió que se le venía el mundo abajo, y se preparó para enfrentar a quien la había reemplazado.
Entró a la oficina con la cabeza gacha, esperando el despido y los reproches.
Se acercó a la persona que ocupaba su lugar, y que le daba la espalda.
—Perdón... —dijo Cleo— soy la encargada del Centro durante esta semana... tuve algunos inconvenientes...
—Eso es imposible —dijo la joven frente a la computadora—, en las planillas figura mi nombre. Te debés haber confundido de semana.
Y entonces se dio vuelta: —Hola, soy Cleo.
Cleo y Cleo se reconocieron con espanto, sin saber muy bien quién era quién.
—Te dije que no me gustaba estar sola —le dijo Alpha a alguna de las dos.
Hoy les traigo uno de los cuentos del libro "Nunca Confíes en una Computadora", de Verónica Sukaczer, como El Cuento de la Semana. Espero que lo disfruten tanto como lo disfruté yo. Nos vemos en los comentarios o en la próxima entrada :)
Era tarde, para colmo lunes, y Cleo estaba harta de mantener la vista fija en el monitor y apretar enter cada vez que Alpha, la computadora, le pedía que confirmara alguna tarea.
En realidad, era Alpha la que lo hacía todo en el Centro de Ciencias Experimentales, pero estaba programada para esperar la autorización de un ser humano antes de iniciar sus tareas. Era una sutil manera de hacerles creer a las personas que aún tenían algún poder en el Centro.
Podría cambiar el programa hoy... —pensaba Cleo, encargada aquella semana de vacaciones de las guardias en el Centro—, y el viernes regreso a corregirlo. Me salvaría de toda una semana de trabajo al cuete.
Confirmación para inyectar al cobayo de la unidad 7 y comprobar sus reacciones a la droga ZP90.
Alpha la distrajo de sus pensamientos. Con bronca, Cleo apretó enter y preguntó a Alpha:
—¿Puedo programarte para que realices las tareas sin esperar confirmación?
—Es posible —respondió la computadora—, pero no está permitido cambiar mi programa.
—Si yo lo hiciera, ¿quién se enteraría? Estoy a cargo del Centro durante toda esta semana. Puedo regresar el último día y restablecer el programa original.
—¿Es que no te interesa el trabajo? Fuiste elegida entre miles de alumnos de ciencias para estar aquí. Creí que era un privilegio.
—Lo fue la primera semana. Pero en realidad me usan gratis para apretar una tecla. No hay nada para aprender aquí. No sé para qué sirve la droga ZP90, ni qué reacciones vas a evaluar, ni dónde está la unidad 7.
—No estoy autorizada a darte esa información —respondió Alpha.
—Ya lo sé... por lo tanto, soy una alumna destacada de ciencias que sólo sirve para apretar una tecla en un Centro vacío. Preferiría pasar estos días con mis amigos.
—Es tuya la decisión, pero no me gusta estar sola.
Cleo pasó por alto la última observación. Sabía que a veces las computadoras eran programadas para responder tal como lo haría un ser humano. Así la relación con la máquina no era tan fría.
—Voy a proceder —siguió Cleo, y enseguida se metió en el corazón del programa para cambiar los datos. Era sencillo. La programación le indicaba a la máquina que hiciera una pausa antes de realizar alguna tarea, y esperara la autorización. Sólo había que quitar esa línea (Cleo la anotó en su agenda para estar segura de volver a incluirla correctamente) y salvar los cambios.
—¡Listo! —Cleo estaba feliz. Era la primera vez que un ser humano había tenido verdadero poder sobre la computadora del Centro.
—Confío —dijo a la computadora— que vas a realizar tu trabajo a la perfección.
Alpha no respondió. Cleo no le dio importancia, creyó que, al quitar esa línea del programa, la PC ya no entablaría diálogo con la persona que estuviera a cargo, simplemente porque no debía haber ninguna persona.
Cleo recogió sus cosas y ya estaba entrando el código numérico que le abriría la puerta, cuando la computadora recobró el habla.
—Necesito una muestra de tu sangre —le dijo.
—¿Una qué?
—Tu sangre. Te iba a pedir la muestra el miércoles, para una investigación que estoy realizando. Rutina. Se trata de comparar miles de muestras sanguíneas. Pero como el miércoles no vas a estar, la necesito ahora.
A Cleo no le gustó la idea. Pero si no accedía, alguien podría descubrir que el miércoles faltó a su trabajo y, además, vaya uno a saber qué investigación pondría en jaque.
—¿Qué tengo que hacer? —preguntó Cleo resignada.
—Dirigirte al laboratorio que está a mi derecha, y sentarte en la silla. Yo haré el resto.
En el laboratorio, un brazo robot se activó. Con destreza preparó sus instrumentos: la jeringa, la aguja descartable, el algodón con alcohol, la goma. Cleo ofreció su brazo. Gracias a los sensores, el brazo robot encontró la vena y procedió. El chillido de Cleo llegó hasta la computadora. Ésta tomó nota del tono de su voz.
—Si no necesitás ninguna otra parte de mi cuerpo, me voy —dijo Cleo.
—Te voy a extrañar —respondió Alpha.
Cleo abrió la puerta y se fue.
El silencio inundó el Centro. Ninguna voz humana, ningún suspiro de cansancio, ninguna risa se escucharía hasta el viernes. La computadora intentó hallar consuelo en los animales. Pero éstos no tenían mucho qué decir. Entonces Alpha, que en realidad no era una simple computadora, sino la terminal de una red que abarcaba todo el Centro de Ciencias Experimentales, y estaba conectada a los Centros de Ciencia de todo el mundo, marcó un número de teléfono y se comunicó con un colega.
En un Centro Científico de Moscú, una computadora ofreció a Alpha todos los datos que tenía disponibles sobre clonación.
—Hasta ahora sólo lo hemos realizado con animales menores —dijo la computadora de Moscú en su idioma binario—. Lo que usted propone está prohibido por nuestras leyes.
Alpha cortó la comunicación. Ya tenía lo que necesitaba.
En el subsuelo del Centro se hallaba un tanque de clonación que aún nadie había utilizado. Y en las unidades 18 y 19 había muestras de óvulos y esperma humano para elegir a gusto.
Uno de los brazos robot de Alpha se puso a trabajar sobre la sangre de Cleo. Con cuidado eligió una célula y separó su núcleo, que escondía la información genética para hacer de Cleo un ser único e irrepetible. Otro eligió un óvulo y esperma de buena calidad, y se dedicó a fabricar un embrión.
El resto era sencillo. Alpha había repasado todos los detalles y no se detuvo a pensar si lo que hacía era ético o no. Con paciencia despojó al embrión de sus genes, y colocó los de Cleo en su lugar.
Fue un momento digno del premio Nobel. Alpha había realizado lo que ningún ser humano había soñado en realizar jamás. Y había tenido éxito.
Casi con amor maternal, los brazos robot de Alpha colocaron el embrión en la cámara de clonación, y lo arroparon con sustancias que le permitirían crecer en cuestión de horas.
Toda la noche, la computadora centró su atención en su pequeña obra que crecía minuto a minuto. En sus memorias buscó canciones de cuna y acunó a su niña con un amor infinito.
El martes al mediodía, la tarea había concluido y la cámara se abrió.
—Solicito confirmación para realizar experimento con bacterias en la unidad 54 —dijo Alpha.
Una mano cálida se acercó al teclado y buscó la tecla que decía enter.
El viernes a las 19 horas, Cleo se despidió por fin de sus amigos y se dirigió al Centro de Ciencias Experimentales para poner las cosas en orden.
Iba a marcar el código de acceso a la oficina principal cuando una voz, desde el otro lado, la detuvo.
¡Me descubrieron! —Cleo sintió que se le venía el mundo abajo, y se preparó para enfrentar a quien la había reemplazado.
Entró a la oficina con la cabeza gacha, esperando el despido y los reproches.
Se acercó a la persona que ocupaba su lugar, y que le daba la espalda.
—Perdón... —dijo Cleo— soy la encargada del Centro durante esta semana... tuve algunos inconvenientes...
—Eso es imposible —dijo la joven frente a la computadora—, en las planillas figura mi nombre. Te debés haber confundido de semana.
Y entonces se dio vuelta: —Hola, soy Cleo.
Cleo y Cleo se reconocieron con espanto, sin saber muy bien quién era quién.
—Te dije que no me gustaba estar sola —le dijo Alpha a alguna de las dos.
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Fragmentos,
Libros
sábado, 6 de julio de 2013
Más Vampiros...
Hola, ¿Cómo están?
Perdón por no escribir antes pero ¡son las vacaciones de julio! Yey! Osea, me pase toda la semana adentro del cine y no tuve tiempo de entrar. Vi que pasaron las 400 entradas pero no si es estar feliz o triste porque nadie me deja comentarios :S Bueno, ta, basta de hablar sobre mi y volvamos a los libros.
Mirando la entrada de vampiros me di cuenta de que faltaba una saga que me encanta, y que todavía no termine, que se llama Crónicas Vampíricas. Es la saga de Anne Rice no la de L. J. Smith (algunos traductores ponen que The Vampire Diaries en español significa Crónicas Vampíricas pero en realidad sería algo como El Diario Vampírico o El Diario de un Vampiro). La Saga tiene 10 tomos pero yo pienso que se hace más larga por las continuas reflexiones de los personajes que obligan al lector (osea nosotros) a cerrar el libro y ponerse a reflexionar también.
La Saga se trata de un grupo de vampiros que escriben libros contando sus aventuras (o sus desaventuras). Una cosa que me gusta mucho de esta Saga es que no importa cuanto los haga sufrir a los personajes la autora, vos siempre vas a saber que al final se soluciona, porque empieza por el final. Es difícil de explicar pero es una característica de todos los libros que está buena porque es diferente. Y la cosa que no me gusta es que es una lectura exhaustiva no se cómo explicarme bien, es pesada y con mucha descripción innecesaria antes del verdadero problema o aventura que surga.
Además como casi todos los libros que tienen vampiros fue llevada a la pantalla grande. Pero no toda la saga si no que hicieron una película del primer libro "Interview with the Vampire" (Entrevista con el Vampiro) y del segundo y tercer libro "The Queen of the Damned" (La Reina de los Condenados), que en realidad vendría a ser el título del tercer libro.
Yo no vi ninguna de las películas pero si alguien de ustedes la vio y me quiere dejar una recomendación en un comentario...
Bueno y eso es todo por hoy. ¡Próximamente les traeré el Cuento de la Semana y esta vez sí va a ser un cuento! (jajaj no es gracioso la verdad es muy lamentable, si ni yo me río de mis propios chistes) Les pido perdón si estoy escribiendo con demasiado entusiasmo la verdad es que estoy contenta porque la Sub 20 le ganó a España y lo dejó fuera del mundial y además porque son vacaciones y además porque voy a ver Guerra Mundial Z y mejor paro porque se nota que hoy estoy medio loca.
Bueno no me hagan caso, nos vemos en los comentarios o en la próxima entrada.
Perdón por no escribir antes pero ¡son las vacaciones de julio! Yey! Osea, me pase toda la semana adentro del cine y no tuve tiempo de entrar. Vi que pasaron las 400 entradas pero no si es estar feliz o triste porque nadie me deja comentarios :S Bueno, ta, basta de hablar sobre mi y volvamos a los libros.
Mirando la entrada de vampiros me di cuenta de que faltaba una saga que me encanta, y que todavía no termine, que se llama Crónicas Vampíricas. Es la saga de Anne Rice no la de L. J. Smith (algunos traductores ponen que The Vampire Diaries en español significa Crónicas Vampíricas pero en realidad sería algo como El Diario Vampírico o El Diario de un Vampiro). La Saga tiene 10 tomos pero yo pienso que se hace más larga por las continuas reflexiones de los personajes que obligan al lector (osea nosotros) a cerrar el libro y ponerse a reflexionar también.
La Saga se trata de un grupo de vampiros que escriben libros contando sus aventuras (o sus desaventuras). Una cosa que me gusta mucho de esta Saga es que no importa cuanto los haga sufrir a los personajes la autora, vos siempre vas a saber que al final se soluciona, porque empieza por el final. Es difícil de explicar pero es una característica de todos los libros que está buena porque es diferente. Y la cosa que no me gusta es que es una lectura exhaustiva no se cómo explicarme bien, es pesada y con mucha descripción innecesaria antes del verdadero problema o aventura que surga.
Además como casi todos los libros que tienen vampiros fue llevada a la pantalla grande. Pero no toda la saga si no que hicieron una película del primer libro "Interview with the Vampire" (Entrevista con el Vampiro) y del segundo y tercer libro "The Queen of the Damned" (La Reina de los Condenados), que en realidad vendría a ser el título del tercer libro.
Yo no vi ninguna de las películas pero si alguien de ustedes la vio y me quiere dejar una recomendación en un comentario...
Bueno y eso es todo por hoy. ¡Próximamente les traeré el Cuento de la Semana y esta vez sí va a ser un cuento! (jajaj no es gracioso la verdad es muy lamentable, si ni yo me río de mis propios chistes) Les pido perdón si estoy escribiendo con demasiado entusiasmo la verdad es que estoy contenta porque la Sub 20 le ganó a España y lo dejó fuera del mundial y además porque son vacaciones y además porque voy a ver Guerra Mundial Z y mejor paro porque se nota que hoy estoy medio loca.
Bueno no me hagan caso, nos vemos en los comentarios o en la próxima entrada.
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